Esta mañana he participado en el coloquio de presentación del V Barómetro FEDEPE, una herramienta fundamental para entender cómo viven las mujeres su carrera profesional en España. Agradezco a Ana Bujaldón, presidenta de FEDEPE, por su invitación, y a Elsa González, periodista y miembro de su junta directiva, por moderar un diálogo tan necesario y estimulante.
El Barómetro FEDEPE no es solo una encuesta: es un termómetro social y emocional. Nos permite observar, año tras año, las percepciones y realidades de mujeres directivas, profesionales y autónomas. Su valor reside en mostrar cómo se sienten respecto a la igualdad real, más allá de lo que dicen las leyes.
Cinco años de transformación y persistencia
En sus cinco ediciones, este Barómetro ha atravesado momentos muy distintos: desde el impacto de la pandemia hasta el desafío de la digitalización y la inteligencia artificial. Sin embargo, hay tres brechas que siguen repitiéndose: la del liderazgo, la de los cuidados y la digital.
Y aunque persisten, el progreso es visible.
Porque los avances no llegan por inercia: llegan cuando hay política, inversión y rendición de cuentas.
Avances legislativos y reducción de brechas
Desde 2018, España ha impulsado el paquete más ambicioso de Europa en materia de igualdad.
Las políticas públicas han dejado huella concreta en la vida de millones de mujeres:
- La reforma laboral devolvió derechos, redujo la temporalidad y mejoró la estabilidad del empleo femenino.
- La subida del salario mínimo interprofesional, de 735 € a 1.134 €, ha beneficiado sobre todo a las mujeres, que son mayoría en los tramos salariales más bajos.
- El Real Decreto-ley 6/2019 estableció los permisos iguales e intransferibles y la transparencia retributiva.
- Los Reales Decretos 901 y 902/2020 obligaron a las empresas a disponer de planes de igualdad, auditorías salariales y registros públicos.
- La Ley Orgánica 2/2024 garantizó la representación paritaria del 40 % en consejos y órganos de decisión.
- Y el reciente Real Decreto-ley 9/2025 amplía los permisos de cuidado hasta 19 semanas por progenitor —32 en familias monoparentales—, reforzando la corresponsabilidad.
Gracias a estas políticas, la brecha salarial se ha reducido más de cuatro puntos porcentuales desde 2018 —del 21,42 % al 17,09 %—, aunque persisten diferencias por tamaño de empresa o tipo de convenio.
Y hoy, más de diez millones de mujeres están afiliadas a la Seguridad Social, el mayor número de nuestra historia.
La desigualdad del tiempo: una frontera silenciosa
Sin embargo, las cifras también nos alertan: las mujeres siguen siendo mayoría en el empleo a tiempo parcial, una modalidad asociada a menor salario, menor cotización y menor estabilidad.
Y aquí surge una idea esencial:
No basta con reducir la brecha salarial o aumentar la afiliación femenina.
La igualdad real exige mirar qué tipo de jornada se ofrece a las mujeres: si es íntegra o parcial, si es elegida o impuesta.
Las brechas del tiempo y los cuidados siguen siendo los principales obstáculos a la plena igualdad.
Corresponsabilidad y condiciones materiales
El V Barómetro FEDEPE lo refleja con nitidez:
- El 98,7 % de las mujeres considera que la falta de corresponsabilidad afecta a su bienestar.
- El 90 % reconoce que la sobrecarga laboral o familiar impacta en su salud física y mental.
- Y más de la mitad señala que la inseguridad económica y el acceso a la vivienda son los mayores frenos a la maternidad.
Por eso, la política feminista que defendemos no se limita a promover la igualdad formal, sino que actúa sobre las condiciones materiales que la hacen posible:
empleo digno, vivienda asequible, tiempo propio y servicios públicos de apoyo.
El Gobierno ha trabajado desde una triple dimensión —laboral, social y familiar— para hacerlo realidad:
- Reconociendo derechos invisibilizados (como los de las trabajadoras del hogar, madres solas o cuidadoras).
- Equiparando permisos y retribuciones entre hombres y mujeres.
- Reforzando la protección frente a la precariedad, el desempleo y el coste de la vivienda.
La Ley de Vivienda, las ayudas al alquiler y los avales públicos ICO multiplicaron por siete el presupuesto destinado a vivienda, haciendo tangible ese compromiso.
La nueva frontera: la brecha digital
Pero el Barómetro también nos advierte de una nueva desigualdad emergente: la digital.
El 83 % de las mujeres ve la inteligencia artificial (IA) como una amenaza. Y no es una percepción infundada: si los algoritmos se entrenan con sesgos, los sesgos se automatizan.
Por eso España y Europa han asumido el liderazgo mundial en la regulación ética de la inteligencia artificial.
Durante la presidencia española del Consejo de la UE impulsamos el AI Act, el primer reglamento global que clasifica los sistemas por nivel de riesgo, exige transparencia y protege los derechos fundamentales.
Y España ha ido más allá con el Anteproyecto de Ley de Gobernanza y Buen Uso de la IA, que incorpora sanciones por incumplimiento y crea un sandbox regulatorio para que las pymes puedan innovar de forma segura.
Todo ello se inscribe en una visión que comparto plenamente: la del humanismo tecnológico.
Una idea sencilla y profunda a la vez: la tecnología debe estar al servicio de las personas, no al revés.
En esa línea, el gobierno ha aprobado:
- una Carta de Derechos Digitales,
- una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial,
- y una Ley de Industria y Autonomía Estratégica, ahora en tramitación en el Congreso de los Diputados, que refuerza la soberanía tecnológica y protege la privacidad y la seguridad.
Entrenar un gran modelo de IA puede generar de energía —el equivalente al consumo anual de cientos de hogares—. Por eso Europa impulsa proyectos para avanzar hacia una IA verde, ética y sostenible.
Nuestro objetivo es claro: que la digitalización y la transición ecológica sean también transiciones igualitarias.
Queremos mujeres diseñando, programando y liderando la inteligencia artificial.
Queremos que la tecnología amplíe capacidades, no que sustituya personas.
Educación, liderazgo y futuro
Los datos educativos confirman la magnitud del reto: el 57 % del alumnado universitario en España son mujeres, pero su presencia cae drásticamente en las ramas técnicas y tecnológicas.
En ingeniería, industria y TIC, apenas representan el 32,8 % .
La brecha digital de género no solo condiciona el presente: puede definir el futuro del liderazgo. Porque la igualdad del mañana se decidirá tanto en los cuidados como en los algoritmos, en los datos y en los modelos que moldean nuestras decisiones.
Una política de Estado, una política de país
La democracia también se construye en el espacio digital.
Los derechos humanos deben ser también derechos digitales.
Por eso la política feminista que defendemos no es solo justicia social:
es una política de Estado, una política de país.
Porque cuando avanzan las mujeres, avanza España.
Y con ellas avanza la democracia, la economía y la libertad.


