“Insultos y mentiras”, ese es el resumen del discurso de la derecha española. El partido popular ha convocado un pleno extraordinario en el Senado con el único propósito de utilizar la cámara alta como un instrumento al servicio de su propio interés partidista.
Hacen política estéril y generan un ruido ensordecedor con el que provocar el desconcierto de la ciudadanía. A falta de sólidos argumentos han utilizado el insulto personal como herramienta arrojadiza. Una estrategia que visualiza la peor versión de la política.
Pretenden convencer a la opinión pública del por qué votaron en contra de miles de personas, vulnerables y damnificados por desastres naturales, sectores económicos y administraciones públicas. Intentan justificar lo que es simplemente injustificable. Aunque quieran no pueden convencer a nadie. Su moción en el senado no corrige su voto en el congreso.
No midieron las consecuencias de su posición irresponsable votando en contra de las medidas del real decreto ley y priorizando su odio por el gobierno. Y, una vez más, demostraron que cada vez que el partido popular gana una votación pierde la ciudadanía española. Ganó el partido popular pero han perdido los pensionistas, los vulnerables severos, los damnificados Dana, la industria del automóvil, la industria electrointensiva, los sectores estratégicos de nuestro país, la financiación de los ayuntamientos y de las autonomías para afianzar los servicios públicos,…, y sobre todo, han minado la confianza de la ciudadanía con la política. Los aires trumpistas van haciendo mella por desgracia.