No hay duda que el sector de la automoción es uno de los más importantes para la economía española. Las cifras así lo atestiguan y por ello está presente en los planes de recuperación de nuestro país. No se entendería lo contrario porque es importante contar con un sector más resiliente , más fortalecido y competitivo en el camino de la sostenibilidad medioambiental . En este sentido, el sector contará con todo nuestro apoyo e iniciativa. Ahora bien, no puedo compartir que durante estos últimos meses hayan puesto el foco y la presión en el impuesto de matriculación ligado directamente a las emisiones de Co2. Si se contamina más se debe pagar más y la fiscalidad verde es un objetivo de país imprescindible para avanzar en la lucha contra el cambio climático. La bajada de matriculaciones de estos meses responde a factores diferentes a la fiscalidad. La pandemia y la aparición de modelos más sostenibles y competitivos son las verdaderas causas por los que los potenciales clientes retrasan su decisión de compra.

Es una mala broma que se haya utilizado la ley de lucha contra el fraude y la elusión fiscal para ayudar a eludir el pago del impuesto de matriculación. Los lobistas deben haber hecho bien su trabajo al convencer a partidos que defienden la fiscalidad verde como Esquerra Republicana o el Partido de Cantabria. Es curioso el proceder de estos partidos. Han votado a favor de elevar los niveles de emisión oficiales por los que se fija el pago del impuesto de matriculación. De 120g/km de CO2 a 144g/Km, de 160g/Km a 192g/Km y de 200g/Km a 240g/km. Y lo han aprobado junto a la derecha de este país a través de una enmienda que busca justo lo contrario del objeto de la ley. Modifican el impuesto de matriculación provocando un importante impacto de ingresos en un impuesto cedido a las comunidades autónomas como es este impuesto especial. Constituye además una verdadera chapuza fiscal hacerlo a mitad de año.

Es curioso también, que los medios de comunicación, distorsionen la realidad, dando a entender que la enmienda deshace una subida del impuesto volviendo a cambiar el impuesto. Cuando la realidad es que el tipo de gravamen del impuesto no se había modificado desde el 2011. Y será ahora cuando en realidad se modifica para  evitar pagarlo o pagar menos. Lo que ha ocurrido desde el uno de enero es que ha entrado en vigor la nueva medición de gases de los vehículos con criterios más estrictos, por lo que un mismo modelo homologará cifras mayores de emisiones con este nuevo ciclo. Se trata de la nueva normativa europea de emisiones WLT que pretende que los vehículos están más ajustados a lo que realmente emiten cuando circulan por carretera.

¿Qué sentido tiene que Europa homologue las emisiones para ser más estrictos y los países modifiquen sus normas para ser más permisibles con la contaminación? Ninguno.

¿Alguien, de verdad, se cree que por bajar el impuesto, bajarán los precios y se aumentarán las ventas? Ya les digo yo que no.

Espero que pronto podamos por fin abordar la fiscalidad en su conjunto en términos de justicia social y medioambiental, en defensa del interés general y alejados de intereses partidarios.