15.10.2024
Escribo en esta página a modo de una especie de diario parlamentario. Cierto es que no tengo demasiado tiempo para ello, pero de vez en cuando reconozco que escribir me sirve de desahogo. No recuerdo una actividad rutinaria en el parlamento. Cada día es un día nuevo. Quizá esa falta de rutina sea mi más grande motivación. Superarme a mí misma es mi gran reto. Desde mi primer día en el Congreso he intentado ponerme al día en cuantos temas he tenido que tratar. No me cuesta admitir que no sé de todo, pero todo es susceptible de ser estudiado por mi parte. Como muchas veces he dicho “aprender” es mi guía porque nunca se sabe ni demasiado ni suficiente. Cada realidad se conoce y reconoce desde la vivencia personal. Y, quizá esa sea la razón por la que me animo a escribir.
Vivimos con intensidad las sesiones plenarias. Semana a semana sube el tono y la violencia verbal crece en un ambiente lleno de reproches. De manera asimétrica, una parte del hemiciclo utiliza el insulto ante la ausencia de argumentos políticos. Un observador objetivo puede verlo semana a semana. Sólo hay que ver las sesiones en el canal parlamentario para atestiguar que algunas señorías tendrán mucho currículum, pero muy poca educación. Unos escuchamos y otros interrumpen. Unos insultan y otros somos insultados. Unos buscamos soluciones otros generan problemas. Y, con todo ello, la falta de respeto y las descalificaciones llegan a tal límite que cuesta reconocer al parlamento como la gran referencia de la ejemplaridad y de la palabra.
Algunos se empeñan en deslegitimarnos por unos u otros motivos. Desde los nostálgicos que añoran tiempos de antaño a los que no han entendido que los tiempos cambian, a los que no han superado ni la moción de censura ni no haber ganado las elecciones.
La sociedad española ha cambiado y sus parlamentos son reflejo del cambio. Las épocas son mejores o peores dependiendo de los ojos particulares en los que se miren, pero desde una óptica colectiva no hay duda de que nuestra sociedad es más inclusiva, igualitaria y social que nunca. Muchos son los avances que hemos conseguido a lo largo de los años. Ayer tuve la gran oportunidad de ir al cine y ver la película “El 47”. Un recuerdo vivo que nos reconcilia con la política útil, con el origen del movimiento vecinal y con la defensa de los valores democráticos. En un ambiente tan crispado, surge la luz y el camino se despeja cuando miramos atrás y vemos todo lo que nuestra sociedad ha mejorado. Nacer en una familia humilde no imposibilita poder estudiar y avanzar en el ascensor social. Es mi generación la primera que hemos obtenido con becas estudios universitarios. NO ser hija de una familia adinerada o con estudios superiores no ha sido obstáculo para poderlo conseguir. Hemos contribuido a conseguir una sociedad con más oportunidades y más derechos sociales.
Y, si esto es así, ¿por qué hay tanta crispación? Los indicadores económicos son buenos y todos los observadores internacionales nos dicen que somos una de las democracias más asentadas y firmes del mundo.
No encuentro más explicación que una. El partido popular se consideraba ganador de las elecciones generales. Durante meses los medios de comunicación conservadores crearon el ambiente del cambio de gobierno. Un cambio que muy a su pesar no se dio. Feijóo perdió y no lo asumió. A diferencia que otros gobiernos que tampoco consiguieron gobernar, el partido popular no ha conseguido superar su fracaso y pretende tensionar el parlamento de manera recurrente hasta repetir las elecciones. Mejor dicho, hasta conseguir alcanzar el poder. Esa es su única obsesión en cada pleno.
Los populares son incapaces de reconocer ni fracasos ni errores. Y la semana pasada vivimos uno de sus episodios más lamentables. Votaron a favor en el congreso la ley orgánica 7/2014 sobre intercambio de información de antecedentes penales y consideración de resoluciones judiciales penales en la unión europea, fruto de la transposición de una directiva. Una ley que se aprobó por unanimidad en el congreso: En el senado, el partido popular no presentó a esta ley ni veto ni enmienda porque no tenían argumentos jurídicos que los sustentaran. Sin embargo, el partido popular cambió de relato y Eta se convirtió una vez más en arma arrojadiza contra el gobierno. No midieron sus ataques y hasta las familias de las víctimas del terrorismo han tenido que reprobar la actitud indecente de los portavoces del partido popular. Tellado y Montesinos protagonizaron uno de los peores episodios vivido en el Congreso. No fue una buena sesión de control al gobierno para el partido popular. Su rigor y corrección parlamentaria quedaron altamente cuestionados. Mucho tiempo se necesitará para borrar esa miserable imagen sujetando la imagen de las víctimas bajo risas y burlas.
En el Senado no presentaron veto ni enmiendas, por tanto, la aprobación definitiva y publicación en el BOE de la ley tiene un carácter automático. El papel jugado por el presidente de la Cámara Alta intentando impedir la publicación de la ley, no deja en buena posición a un partido que presume de ser alternativa de gobierno y ha demostrado la más absoluta instrumentalización del senado en términos partidarios.
Me queda la esperanza de que, a pesar de todo, somos capaces de aprobar, incluso en el pleno más tenso, nuevos avances sociales y por unanimidad. Así fue con la aprobación de la ley para mejorar la vida de personas con Esclerosis lateral amiotrófica y otras enfermedades o procesos de alta complejidad y curso irreversible.