No gana quien tiene más votos sino quien consigue mayores apoyos. Es una verdad incuestionable pero que no gusta a quien a pesar de tener más votos no consigue apoyos suficientes.

Alcaldes, alcaldesas y presidentes de comunidades autónomas así lo han vivido en primera persona. Y Feijóo no es un ser diferente.

A lo largo de estos meses, el máximo dirigente del partido popular  ha mostrado, con la soberbia de un niño malcriado, su frustración.  Nunca renunció a un voto que tuviera , como así intentó hacer creer. Incluso llegó a mostrar sus evidentes contradicciones reclamando el voto afirmativo de un diputado independista de Junts que resultó nulo.

Aunque el partido popular siga sin admitirlo, la investidura de Feijóo nació fallida, sin apoyos, ni capacidades de diálogo ni consensos, atesorando con ello, su tercer fracaso.

El primero, se visualizó la noche electoral. Todos las expectativas de mayoría absoluta fueron incumplidas. No acertó la caverna mediática. Los sondeos demoscópicos generaron un escenario que convirtió en fracaso un importante ascenso de la derecha. Importante, pero del todo insuficiente para gobernar.

Sin duda, la gestión de las expectativas se ha convertido en un instrumento fundamental para alcanzar un relato de éxito.

El segundo fracaso fue la constitución de la mesa del congreso. La candidata popular a la presidencia de la mesa, Cuca Gamarra,  fue incapaz de sumar los votos de sus compañeros de viaje. No consiguió el apoyo de sus socios  naturales con los que habían pactado para conseguir un centenar de alcaldías y varias presidencias de comunidad. Renegaron de Vox públicamente cuando días antes habían quedado atrapados y ligados a la extrema derecha con sus pactos de la vergüenza. La diferencia de 139 a 178 no era  menor. La socialista Francina Armengol resultó presidenta del Congreso a la primera y dejaron al  candidato a presidente del gobierno, Feijó, debilitado y retratado. Una situación que provocó voces de alarma en el partido y decidió cambiar de estrategia. Su objetivo ya no era ganar una posible investidura sino impedir y debilitar una posible alternativa.

Pidió al Rey ser candidato a pesar de no contar con los apoyos y convirtió su investidura en una farsa, en una investidura impostada. Convirtió en “paripé” las reuniones con otros grupos. Se negó a entrevistarse con algunos,  faltó el respeto a los parlamentarios, una vez más al psoe, incitó el transfuguismo  e insistió en meter el dedo en el ojo de sus contrincantes durante el debate.

Con estas maneras , era evidente que la investidura resultaría un fiasco..

Feijóo antepuso hacerse fuerte en el partido antes que presentar un proyecto de país. Sin ideas, faltón y provocador.

Su discurso estuvo plagado de fakes, descolocado en su estrategia de confrontación con el presidente del gobierno en funciones. Equivocó el tiro, era su hora y la desaprovechó. No supo visualizarse como un presidente de todos y para todos. Fue toda una caricatura de un púgil que no acierta dar el golpe. Así se mostró y con ello, atesoró su tercer fracaso.

El partido popular lleva demasiado tiempo sembrando enfrentamientos, alzando las calles, generando una especie de oposición preventiva que le inviste como un jefecillo de oposición, vacío, superficial y a la sombra de Ayuso.

Esta semana se abre nueva ronda de consultas del Rey. Abrimos nueva etapa. Hay esperanza en una alternativa viable. España está siendo observada por el resto del mundo. La sociedad española construyó en las urnas un dique de contención a la ola de la extrema derecha europea. El presidente Pedro Sánchez ha construido durante años un proyecto de país progresista que avanza en diálogo, convivencia , cohesión social y territorial. Y la gran mayoría de este país está convencida que es el mejor para dirigir los nuevos tiempos. Ni lo ha tenido fácil ni se lo ponen. Los obstáculos son múltiples pero su dedicación, determinación y liderazgo contagian entusiasmo y esperanza.

No es de extrañar que este fin de semana multitud de dirigentes y militantes hayamos firmado un manifiesto de apoyo y de impulso al diálogo encabezado por nuestro secretario general socialista.

Está en manos de las fuerzas progresistas convertir el dique ciudadano a la extrema derecha en un bloque parlamentario constructivo y viable, promotor de avances sociales.  Hay partido!! Ganémoslo!!