17.11.2025
Las comisiones de investigación nunca son agradables. No he visto ninguna que lo sea. Y la de la DANA no es una excepción. La semana pasada compareció Mazón en Les Corts; hoy lo ha hecho en el Congreso de los Diputados. El formato era distinto, pero la actitud de Mazón ha sido idéntica: mismo tono y misma estrategia defensiva.
Se ha presentado ante la opinión pública como el árbol caído, como el único que ha asumido responsabilidad política al renunciar a su cargo. Pero conviene preguntarse con claridad: ¿a qué ha renunciado realmente?
Sigue siendo diputado, sigue siendo el máximo dirigente del Partido Popular en la Comunitat Valenciana y sigue siendo president en funciones. Y, además, su eventual sustituto no supondría ningún cambio real: sería su propia mano derecha, la persona que ha compartido y avalado todas sus decisiones durante este año. Por tanto, no estamos ante una renuncia y renovación, sino ante una continuidad maquillada.
Dice haber asumido responsabilidad, pero no reconoce ni un solo error. Y si no hubo errores, ¿por qué renunció? Esa contradicción no es secundaria: es el corazón de su relato y el origen de su falta de credibilidad.
Tampoco se sostiene la idea del “apagón informativo”. Todos los medios —de cualquier orientación ideológica— alertaron con claridad de la gravedad de la situación. La alerta roja es inequívoca, pero él decidió restarle importancia.
Se declara defensor del autogobierno, pero no activó el artículo 12.4 de la Ley de Emergencias, que le permitía declarar la emergencia catastrófica y asumir el mando único. Ni ha dado ni existe una explicación convincente para esa omisión.
Y la explicación que ha dado sobre la comunicación durante la emergencia es igual de reveladora. Mazón insinuó que quizá no respondió a los mensajes de su propia consellera de Emergencias porque tenía el teléfono en la mochila. Pero si uno está preocupado y pendiente de la evolución de una alarma roja, el teléfono no va en la mochila: va en la mano. Estar “pendiente” implica estar disponible, no desconectado. Y eso, sencillamente, retrata su irresponsabilidad.
La comparecencia ha sido, en esencia, un catálogo de contradicciones, excusas y derivación de responsabilidades. Una fórmula que ya conocemos del Partido Popular: lo vimos en el Prestige, lo vimos en el accidente del metro de valencia y lo vemos ahora en la DANA.
Pero lo más preocupante no es solo la actitud de Mazón.
El 29 de octubre no renunció solo él.
Ese día Mazón renunció a ejercer como President.
Y el Partido Popular decidió mantenerlo durante un año más, reforzarlo y protegerlo, como si nada hubiera ocurrido.
Todo el partido es responsable de haber sostenido una situación insostenible.
Aquí la metáfora de “El rey está desnudo” cobra pleno sentido.
Mazón sigue convencido de lucir un traje impecable, sin reconocer errores, sin asumir consecuencias reales.
Y el problema no es solo que él no lo vea: es que ninguno de sus compañeros se atreve a decírselo.
No se trata de hacer leña del árbol caído porque las instituciones no se fortalecen desde la revancha ni desde el oportunismo.
Pero aquí no ha caído solo un árbol.
Ha caído todo un bosque institucional:
un president que dejó de ejercer el 29 de octubre,
un Partido Popular que decidió mantenerlo durante un año pese a la evidencia,
y un marco político que ha perdido credibilidad ante la ciudadanía.
Ese bosque solo puede levantarse desde la legitimidad democrática.
Solo la ciudadanía puede decidir cómo reconstruir la confianza, cómo restablecer la estabilidad y cómo garantizar un liderazgo valenciano capaz de responder con responsabilidad y solvencia ante una emergencia.
Por eso, la salida no es prolongar esta situación ni normalizar un vacío de autoridad.
🚨 La salida responsable, institucional y honesta es convocar elecciones en la comunidad valenciana.
Para devolver la palabra a quienes siempre deben tenerla:
los valencianos y las valencianas.

