11.11.2025 Esta tarde hemos visto online la comparecencia de Mazón en la comisión de investigación de la DANA en Les Corts Valencianes. No esperaba gran cosa, visto su comportamiento durante estos meses, pero aun así me cuesta entender que no haya mostrado ni un mínimo de empatía, ni un gesto de arrepentimiento, después de ser tan evidente que no estaba donde debía estar aquel fatídico día, el 29 de octubre de 2024, y después de haber dimitido un año después.

En lugar de responder, hacía preguntas. En lugar de asumir responsabilidades, se excusaba. Ha llegado incluso a poner en valor que comparecía “a petición propia”, cuando su comparecencia fue solicitada por los grupos políticos y cuando ha renunciado a comparecer ante la jueza en Catarroja.

Sus dos intervenciones en la comisión se han limitado a derivar responsabilidades. No ha admitido ni un error. Todo lo hizo bien, según él. Entonces, ¿por qué dimitió?, le preguntó el portavoz socialista.

Ni una palabra de autocrítica. Ni un ápice de humanidad. Solo un relato exculpatorio.

¿Cómo es posible que, mientras ya había gente ahogándose, él siguiera en la sobremesa de una comida? Le recriminaba el portavoz Compromís.

Y, Vox y el Partido Popular desviando responsabilidades hacia el Gobierno de España. En lugar de preguntar a Mazón, lanzaban dardos contra la delegada del Gobierno y acusaban de “trato diferenciado” a las víctimas.

Nos han acusado a los de izquierdas de utilizarlas, cuando se ha demostrado que no es así.

PP y vox han impedido que las víctimas comparezcan en Les Corts Valencianes y que estuvieran presentes durante la comisión. Las han silenciado. Han decidido que no tengan voz, ni siquiera cuando se hablaba de su propia tragedia.

Son ellos quienes las diferencian, quienes las etiquetan, quienes niegan su dignidad cuando no encajan en su relato.

El contraste con el Congreso de los Diputados es elocuente. Allí, las víctimas comparecieron antes que en Les Corts. No se vetó a nadie. No podían comparecer todas las familias, pero sí una representación plural. En cambio, en Les Corts —donde gobierna el PP con el apoyo de Vox— de momento, ninguna. Ni una sola. Vetadas todas.

Y en el congreso, pp y vox, ni siquiera fueron capaces de aplaudirlas. Ni un gesto. Ni una señal de humanidad.

Cabe recordar, que el 30 de octubre, el presidente del Gobierno compareció en el Senado, en una comisión de investigación controlada por el PP. Cinco horas de preguntas y respuestas. Hasta 50 minutos tuvo cada grupo para interpelarle.

En Les Corts, en cambio, Mazón ha estado apenas dos horas. Los grupos han dispuesto de tres y seis minutos para intervenir; él, de quince y seis. Todo medido para decir lo justo y pasar página cuanto antes.

Dos comisiones controladas por el Partido Popular. Dos estilos opuestos: al presidente del Gobierno, horas de escrutinio; a Mazón, el mínimo tiempo posible.

Ha dimitido, sí, pero parece que en diferido. Y donde de verdad debe comparecer es en el juzgado de Catarroja, y allí dar toda la información que se le requiera. ¿Por qué no lo hace?

Por el juzgado han pasado la delegada del Gobierno, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar, expertos y responsables de agencias estatales. Por qué no lo hace quien al dimitir asume su responsabilidad política? No ha contestado

El PP y Vox han intentado convertir la comisión en una cortina de humo, pidiendo comparecencias del presidente del Gobierno y de varios ministros. Su objetivo era evidente: diluir responsabilidades, usar al Gobierno de España como excusa para tapar su negligencia.

¿Y yo me pregunto, por qué deben hacerlo ante una comisión no competente para investigarles y sin ningún tipo de imparcialidad y utilidad?

Pero lo más lamentable no es eso. Lo es, que con su estrategia, hacen creer a la gente que todos los políticos somos iguales. Y no. No lo somos.

No todos reaccionamos igual ante la tragedia. No todos huimos de nuestras responsabilidades. No todos convertimos el dolor en arma política.

El Partido Popular no ha asumido nunca su responsabilidad. Esto no es nuevo. No lo hizo con el Prestige (2002), ni con el Yak-42 (2003), ni con el 11-M (2004), ni con el accidente del metro de València (2006), ni con el Madrid Arena (2012), ni con las residencias de Madrid durante la pandemia (2020). Tampoco ahora, con la DANA de 2024, ni con los incendios ni con la crisis de los cribados de 2025.

El patrón se repite: negar, culpar a otros y, cuando todo falla, decir que todos somos iguales.

Pero no. No lo somos.

Y no podemos permitir que el cinismo se normalice. Porque detrás de cada dato, de cada expediente y de cada comisión, hay vidas humanas, familias destrozadas y una sociedad que merece verdad, justicia y responsabilidad.