El pasado mes de septiembre pregunté a la Ministra de empleo Sra. Báñez, en sesión de control del día 24, cuántos jóvenes se habían inscrito en el Registro de la Garantía Juvenil. Su respuesta fue que más de 30.000 jóvenes. Unos días después, en respuesta a una pregunta escrita, el Gobierno confirmó que a 30 de septiembre sólo había 11.756 jóvenes. ¿Mintió la Ministra de Empleo? Seguramente sí porque no se atrevió a evidenciar su propio fracaso. Hoy, el portavoz del grupo parlamentario socialista, Antonio Hernando, ha preguntado a la Vicepresidenta del Gobierno sobre las medidas adoptadas por el Gobierno para reducir el desempleo juvenil y ha reclamado claridad sobre las cifras contradictorias de la Garantía Juvenil. Contradicciones que la Vicepresidenta del Gobierno no ha sabido explicar.

Pero lo que está claro, es que sea un dato u otro, se trata de una cifra muy alejada de los 840.000 jóvenes susceptibles de ser inscritos en el registro según previó el gobierno el día de su presentación. El ministerio se ha permitido no ir a las reuniones sobre empleo juvenil en Europa y ha establecido con el Registro un modelo burocrático ineficiente. Así pues, la Ministra ha demostrado una falta de rigor, seriedad y compromiso con la realidad tan alarmante que viven los jóvenes en España, que es inaceptable. Sin lugar a dudas, se siente más cómoda haciendo oposición a la oposición que aportando soluciones a los problemas y a una realidad que es más que insoportable.

Así pues, Antonio Hernando ha denunciado que : “Llevan tres años gobernando España y más de la mitad de los jóvenes ya no confían en este país para conseguir un empleo”, “La tasa de desempleo juvenil ronda el 53%” y “el último estudio publicado en la UE dice que 6 de cada 10 jóvenes planean emigrar fuera de España para conseguir un empleo”. “El desempleo y la precariedad juvenil son los principales problemas de los jóvenes españoles y parece que la única salida que les ofrecen es la emigración y por eso las cifras bajan”, resumió, lamentando que “los jóvenes de ahora, a diferencia de sus abuelos no lo hacen con una maletita de cartón atada con cuerdas, lo hacen con un título universitario debajo del brazo, un master y hablando varios idiomas”.