14.03.2022. Hoy, hace dos años de la entrada en vigor del primer estado de alarma ante la pandemia de la Covid. En nuestra memoria suena con fuerza el elevado nivel de preocupación e incertidumbre que vivimos aquel día, no conocido hasta la fecha por parte de nuestra generación.
Tuvimos que cambiar de un día para otro nuestros hábitos y nuestra forma de relacionarnos. Todos, de una forma u otra, con mayor o menor impacto, sufrimos las duras consecuencias de la crisis sanitaria. Cierto es, que nunca podremos curar el dolor que ha supuesto la pérdida de nuestras personas queridas, pero es justo reconocer todo el esfuerzo realizado para acabar con el virus y con evitar y paliar sus efectos.
El gobierno de España lideró junto con las comunidades autónomas y ayuntamientos todo un amplio abanico de medidas para evitar una crisis estructural y que la recuperación económica fuera lo más rápida posible.
Los ERTES, los ICO, ayudas directas, las prestaciones por cese de actividad a autónomos, los aplazamientos de deudas tributarias, las reducciones fiscales en los módulos o la renegociación de alquileres y moratorias hipotecarias sirvieron para evitar daños estructurales.
El presidente del Gobierno de España consiguió en Europa importantes fondos económicos para impulsar una recuperación y transformación de la economía que nos permitiera afrontar los retos de lucha contra el cambio climático y contra la desigualdad, adaptarnos a un mundo más complejo y digital, y fortalecer la cohesión social y territorial.
Parecía imposible conseguir vacunas con rapidez y la realidad es que hoy el 92.4% de la población mayor de 12 años cuenta con la pauta completa de vacunación.
Todas estas medidas han conseguido que el 2021 tuviéramos datos objetivos de recuperación económica alcanzando más de 20 millones de personas ocupadas en España y unos índices de actividad y consumo revitalizados.
Y el recuerdo de la fecha de hoy debemos hacerla para recordar lo vivido, pero también para aprender de los aciertos, no caer en errores y afrontar los nuevos miedos con unión, decisión y esperanza. Ser rigurosos en el diagnóstico es clave.
Hemos reducido con la vacunación la virulencia de la covid pero aún no podemos darla por extinguida. Por tanto, debemos continuar actuando y reclamando responsabilidad y prudencia.
La guerra en Ucrania, un conflicto bélico de posible dimensión mundial, los elevados precios energéticos, la inflación…son desafíos que enturbian la recuperación, pero ante los que no podemos desfallecer.
Y la “Declaración de la Palma” liderada por el Presidente Sánchez y aprobada en la conferencia de Presidentes de este fin de semana es prueba de ello. Una hoja de ruta con la que afrontar la nueva situación.
Una declaración para reclamar unidos en el Consejo de Europa cambios en el modelo de fijación de los precios energéticos, avanzar en las interconexiones e impulso de la renovables para ganar independencia energética, medidas de solidaridad y coordinación de acogida de refugiados, acelerar la ejecución de los fondos europeos y un plan de respuesta nacional a las consecuencias económicas de la guerra.
Todo lo debatido es importante pero lo más esencial, es continuar siendo capaces de impulsar medidas para proteger ante la nueva situación a empresas, industrias y ciudadanía.
Este plan de respuesta como ya anunció el presidente en su comparecencia en el Congreso debe ser dinámico y abierto.
Dinámico para adaptarse con rapidez a las necesidades y abierto porque debe ser capaz de ser nutrido de propuestas de todos y todas para que todos y todas lo conciban como propio. Pero también debemos ser rigurosos en el diagnóstico.
Nos preocupan las subidas de los costes, como a la inmensa mayoría de la ciudadanía, pero no sólo nos preocupamos sino que estamos adoptando medidas para corregirlos. Sirva como ejemplo que esta semana se convalidará un real decreto ley que da respuesta a los problemas planteados por los transportistas.
Ahora lo más acuciante es bajar la escalada de precios energéticos. Algunos centran el tiro en bajar impuestos. Una medida que puede ser útil para paliar el efecto de la subida pero no para estabilizar precios y corregir el problema.
Se bajó el iva de la electricidad y se suspendió el impuesto de la electricidad, pero con ello no se terminó el problema. Podemos bajar otros impuestos, pero sólo eso, no solucionará el problema.
Cuando baja el precio del petróleo, ¿automáticamente se refleja en los precios? ¿Tiene sentido que el precio de la energía se pague al precio de la más cara sin tener en cuenta la situación que vivimos y que con ello se estén generando los llamados «beneficios caídos del cielo » en grandes cantidades ? El foco debemos ponerlo en la fijación de los precios y en nuestra capacidad para conseguir mayor independencia energética. Debemos conseguir bajar precios, ese es el objetivo final. Es una irresponsabilidad hacer creer a la ciudadanía que el problema son los impuestos. Bajarlos puede ayudar en un momento determinado pero la causa del problema no son ellos. Es evidente, que los precios están subiendo como consecuencia de los precios energéticos, la guerra en Ucrania alterando el precio del gas, los efectos de doble ronda que han provocado los precios energéticos y seguramente, por la deriva especulativa generada por algunos.
Los y las socialistas hemos demostrado ser capaces de adoptar cuantas medidas han sido necesarias para paliar los efectos de las crisis de la covid, y esta vez lo volveremos a demostrar. En otras crisis, fueron los populares, los que abandonaron a su suerte a la gente. No lo haremos nosotros. Las y los socialistas continuaremos con la escucha activa, para conseguir acertar en el diagnóstico y en las soluciones eficaces a llevar a efecto. No desfallecemos, nuevos retos, nuevas medidas.
En los distintos consejos de ministros se están adoptando medidas y en los próximos se irá avanzando en la definición y ejecución del plan nacional de respuesta compartido y cogobernado. Este país tiene hoja de ruta compartida con el que hacer frente a las amenazas y potenciar las oportunidades.
Europa está actuando con firmeza y unión, el Estado autonómico y municipal lo está haciendo también. La sociedad ha tenido durante todo este tiempo una respuesta ejemplar y estoy convencida que, si todos y todas remamos en la misma dirección, avanzaremos en prosperidad y convivencia.
Más que nunca, todos y todas tenemos responsabilidad en hacerlo realidad.