No hay alivio ni consuelo posible que se pueda dar en un momento como este, lo sé.  Pero a pesar de ello, quisiera que mis primeras palabras fueran de ánimo para todas aquellas personas que han perdido algún ser querido como consecuencia de esta crisis sanitaria. Me duele sólo pensar lo duro que es para estos familiares vivir este momento, algunos de ellos, también, contagiados y además, con una normativa excepcional restrictiva para los velatorios sin precedentes.

La envergadura de la pandemia es tal que sobrepasa cualquier realidad vivida hasta el momento. Una crisis  internacional que afecta ya a más de un tercio de la población mundial y que nos obliga a estar confinados, teniendo que adoptar medidas excepcionales a nivel colectivo e individual. Medidas que muchos no comprenden, medidas impuestas cuyas consecuencias se traducen en costes económicos y reputacionales que todos tendremos que asumir de una manera u otra.

Hace tiempo que quiero escribir sobre ello, de hecho, mi intención era hacer un diario desde el primer día de confinamiento, pero me ha sido realmente imposible. Me levanto a las siete para intentar seguir una rutina saludable haciendo deporte, una rutina que no siempre es fácil mantener. Desde buena mañana, estoy obsesionada con la página del boe, los whatsapps, las noticias, contestar los correos… No hay manera de encontrar espacios de descanso mental, espacios de estudio u ocio. He olvidado tener horarios y me faltan horas al día. Me obsesiona buscar soluciones a los problemas que me plantean , responder  dudas, conocer la situación de las personas que conozco y aprecio, hacer un seguimiento de las medidas que adopta el gobierno,…pero tengo que reconoceros que me paso muchas horas delante de pantallas digitales, y echo de menos el contacto humano. Las reuniones telemáticas o las llamadas telefónicas pueden resultar más efectivas pero son, sin duda, menos afectivas.

Además, son días muy difíciles para expresar opiniones. Todos somos jueces de los demás y nunca de uno mismo. Y en tiempos de crisis, mucho más. El por qué no te callas!! es la expresión que más nos viene a la cabeza a todos por unos motivos u otros. Seguramente, el que vea publicada mi reflexión lo pensará sin leer lo que digo. Quizá otros,  lo digan después de leerlo, aunque, espero, que a una mayoría le sirva para «reflexionar» que no es más que lo pretendo con él.

Porque seguro que comparten conmigo esa gran sensación de impotencia que uno experimenta cuando confinado en su casa, nos sentimos limitados en espacio y en capacidad para acabar con éxito  con todos los virus que estos días nos acechan: el más conocido es el covid-19, pero el más extendido, el virus de la incertidumbre. Unos virus que nos hacen aflorar lo mejor y lo peor de nosotros mismos.

Miramos con preocupación por la ventana las calles vacías y no sabemos si sentirnos protagonistas de una película de ficción o parte de una pesadilla . Un silencio que no calla el ruido atronador en  la televisión o enredes sociales de los indignados, superdotados visionarios o expertos privilegiados.

Los chistes, la creatividad contagiosa, y la solidaridad expresadas, en las redes, los primeros días de confinamiento, han ido sustituyéndose por fake news, por denuncias en los juzgados, reproches y  más reproches.

Dicen que lo inteligente es buscar soluciones en lugar de culpables, pero, escuchando a la mayoría de «comentaristas y opinadores»,  esto no es lo más común.

Observo con estupor y preocupación como algunos han entrado en la batalla del «ya lo dije», y, lo más grave, «a ver quien da más». Y, en esto, todos los partidos políticos, estamos obligados a reflexionar. No podemos entrar en debates estériles cuando ahora lo más importante es luchar unidos contra el coronavirus. Nadie pide que estemos «mudos» o que se anule nuestra opinión o posición. Ahora bien, la elección del momento, el lugar y la actitud para expresarla debe hacerse con lealtad institucional. Algo, que la «oposición» de este país nunca ha demostrado.

La situación requiere actuar con celeridad, teniendo en cuenta todos los escenarios posibles. Decidir bajo presión no es fácil y no puedo entender que alguien intente zarandear a un piloto en pleno aterrizaje o a un cirujano en plena operación de riesgo, del mismo modo que en política no se puede entender que no vayamos todos a una en un momento tan difícil como el que estamos viviendo. Si no lo conseguimos ahora ya no sé cuando va a ser posible. Ya habrá tiempo para juzgar y ser juzgado.

Gobierno central, gobiernos de las comunidades autónomas,  gobiernos de las diputaciones y los gobiernos de los ayuntamientos, tienen la máxima responsabilidad de actuación dentro de sus competencias y es ahora, cuando más deben demostrarla con UNIDAD DE ACCIÓN, contención en los anuncios y contundencia en las medidas.  Una unidad de acción que fortalecerá sin duda, nuestra posición en Europa. Si no se consigue, estaremos dando carta blanca a los que cuestionan de manera permanente nuestro sistema.

La ciudadanía nos pide aciertos y certidumbres. Es ahora, en los momentos difíciles, cuando más importante es estar unidos y coordinados. Reivindicar el papel de la POLÍTICA como instrumento para dar soluciones. Corresponde a los gobiernos elegidos democráticamente actuar. Nadie puede pretender usurpar su función aprovechando una posición oportunista, pero es cierto también, que deberán reforzarse los esfuerzos para conseguir que Ejecutivos y Legislativos caminen en la misma dirección aunque sea a velocidades distintas  anteponiendo en todo momento el interés general. Difícil pero espero no imposible. Los socialistas debiéramos seguir defendiéndolo e intentándolo sea cual sea nuestro ámbito de actuación.

Para acabar, quiero poner en valor a los grandes héroes de esta crisis, a las instituciones, investigadores, trabajadores y empresas que hacen frente día a día a la pandemia. Muchos la viven con miedo, y habrá quienes hayan visto truncados sus proyectos profesionales e incluso vitales , sus expectativas y sus ilusiones y no es fácil afrontar la situación. Es normal el sentimiento de rabia , pero, ahora más que nunca, debemos estar fuertes y no dejarnos llevar por nuestros sentimientos.

Las medidas adoptadas por el gobierno de «estado de alarma» son muy duras y extraordinarias. Las medidas  de carácter social y económico son «las mayores habidas»  y es evidente que los esfuerzos está siendo máximos para atender a las personas más vulnerables. Pero también es verdad que ante la envergadura de la situación, nunca parecen suficientes. Es por ello, que, quiero expresar también mi reconocimiento a aquellos que han renunciado a la resignación y la búsqueda de culpables, apostando por la RESILIENCIA.   Son aquellas empresas, autónomos , y trabajadores que están sabiendo adaptarse a las nuevas circunstancias, con valentía y determinación, formándose, cambiando su producción de manera rápida y eficiente para ofrecer productos adaptados a una demanda social como es el de materiales de protección o respiradores, o reconvirtiendo sus servicios presenciales a telemáticos, o pasando de venta en tienda a venta a domicilio u online, reorientando sus prestaciones, con riesgo, pero con  espíritu emprendedor, digno de elogio y consideración.

A veces tengo la impresión que muchos no han entendido que ya nada va a ser igual. Empresas, trabajadores, niños y adolescentes, mayores, todos y todas, estamos condenados a perder algo durante este tiempo. Espero que lo perdido no sea irrecuperable y que algún día, podamos recordarlo como una etapa en la que sólo paramos para poder continuar VIVIENDO.